miércoles, 15 de junio de 2011

Obesidad y Cardiopatía Isquémica

Los trabajos pioneros llevados a cabo por Keys y su grupo en estudios de corta duración concluyeron que la asociación entre obesidad y cardiopatía isquémica (CI) se establecía de forma indirecta, a través de la mayor prevalencia de hipertensión arterial y dislipidemia observada en los obesos.

Es cierto que la obesidad eleva indirectamente el riesgo cardiovascular y la mortalidad total a través de potenciar otros factores de riesgo, como hipertrigliceridemia, colesterol LDL, hiperglucemia, hipertensión y descenso del colesterol HDL.

En un análisis reciente de los datos del Münster Heart Study (PROCAM), considerando la relación entre el IMC y la mortalidad cardiovascular se ha puesto de manifiesto que el número de accidentes coronarios observados a lo largo de 8 años en 4.501 varones de 40 a 65 años fue prácticamente igual al número calculado utilizando la ecuación logística múltiple PROCAM de cálculo de riesgo, que incluye a 9 variables independientes (edad, TAS, LDL, HDL, TG, tabaco, diabetes, angina de pecho y antecedentes familiares de cardiopatía isquémica).

Es decir, el IMC no parece tener un efecto directo o independiente sobre la morbimortalidad coronaria sino que ejerce dicho efecto a través del agrupamiento de los clásicos factores de riesgo cardiovasculares.

En síntesis, de lo que no cabe duda es de la frecuente asociación de la obesidad con otras patologías que elevan el riesgo cardiovascular.

El reciente estudio NHANES III (National Health and Nutrition Examination Survey III) ha puesto de relieve las principales comorbilidades asociadas a las elevaciones del IMC en la población norteamericana: diabetes, hipertensión e hipercolesterolemia.

Además, los datos del grupo de Björntorp en Suecia pusieron de manifiesto hace años la relación directa entre obesidad central con hiperinsulinismo y la incidencia de Cardiopatía isquémica.

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